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by pilar cámara
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Redes SocialesComida y redes sociales, una historia de amor

No hay cuenta de Instagram que se precie sin sus pies desnudos sobre la arena de playa. Tampoco sin sus piezas de sushi estratégicamente colocadas. La belleza, hoy, se basa en usar el filtro adecuado. La normalidad reside en contarle al mundo lo que comes.

Precisamente, la Fundación Waitrose acaba de hacer público el informe Waitrose Food & Drink 2016, del que podemos extraer —aunque los datos correspondan únicamente al Reino Unido— que las redes sociales han cambiado nuestra relación con la comida. Parece que esta exposición pública de nuestros menús hace que, más allá de la alimentación, lo que comemos forma ahora parte de nuestra identidad. Nos gusta alardear de lo que comemos y cómo lo comemos.

¡Y de qué manera!

  • Uno de cada cinco ciudadanos ha publicado una foto de comida en las redes sociales o se la ha enviado a un amigo durante el último mes.
  • El 44 por ciento de quienes publican este tipo de fotografías se emplean mucho más a fondo con los fogones para preparar platos que destaquen por ser sabrosos y atractivos visualmente.
  • Las fotografías de recetas que se publican en Instagram provocan el aumento de la venta de sus ingredientes.

Lo más significativo de todo esto es algo que celebramos: Nuestra salud sale beneficiada de este postureo gastronómico.

  • Casi un 75 por ciento de los usuarios de las redes sociales aseguran que las comidas saludables que preparan son habituales en su vida cotidiana.
  • El 60 por ciento elige alimentos frescos y bebidas con menos azúcar.

Parece que la obligación de que el mundo vea, y se admire, de lo bien que comemos, se ha convertido en hábito. En este sentido, las universidades Saint Joseph de Filadelfia y la de San Diego presentaron un estudio, que concluía que la fotografía se ha convertido en una parte importante en la experiencia de comer. Aquellos que no empiezan el plato hasta que éste no está debidamente expuesto en Instagram ven incrementada su satisfacción al comerlo.

  • Un 80 por ciento de los usuarios de las redes tienen en cuenta dónde y cómo se producen los alimentos que consumen.
  • Un 30 por ciento se preocupa más por el medio ambiente.
  • Un 46 por ciento ha reducido el desperdicio de comida.
  • Se ha incrementado la venta de frutas y verduras «imperfectas».

Nos importa más el sabor de los productos que su apariencia (de eso ya se encarga el filtro Hefe).

 

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