by pilar cámara
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bluebird comunicación, entrevista, periodismoDiana Oliver: «Para los niños todo es posible y eso es maravilloso»

De «aquella niña que quería escribir libros» conserva la mirada, en el más amplio sentido de la palabra, y una generosidad arrolladora que la mayoría de las personas adultas perdemos a la vez que la inocencia que en ella permanece. Quizá justo ahí esté guardado el secreto de que su carrera profesional como periodista se haya encaminado hacia la infancia y la maternidad. También que sea la autora del primer álbum ilustrado informativo para jóvenes lectores dedicado a la alimentación saludable de toda la familia: ‘Ñam. Sobre lo que comemos‘, editado por Andana Editorial e ilustrado por Carmen Saldaña.

Diana Oliver es periodista y autora de ‘Ñam. Sobre lo que comemos’, el primer álbum ilustrado informativo para jóvenes lectores.

Hablamos con nuestra admirada amiga Diana Oliver, escritora y periodista, recientemente reconocida con el I Premio LactApp Comunicación, fruto de una trayectoria brillante e inteligente, de una manera de informar implicada e impecable.  

Te acaban de conceder el I Premio LactApp Comunicación en reconocimiento por tu trabajo a la hora de informar de forma rigurosa sobre la lactancia materna. ¡Enhorabuena, Diana! Y gracias por hablar de los temas que de verdad importan. 

Gracias infinitas. Lo he recibido con muchísima emoción por lo que significa un reconocimiento así.

¿Por qué es importante que se reconozca la labor periodística que versa sobre la maternidad?

Diría que por lo maltratado que ha estado (y está) este asunto en los medios. Es fundamental seleccionar las fuentes adecuadas, encontrar información veraz y tener cierta sensibilidad para comunicar siempre, pero en asuntos relacionados con la maternidad esto se da muy pocas veces. También creo que se concibe como un tema de menor relevancia, cuando en realidad es de vital importancia porque todos y todas estamos atravesados por la maternidad de una forma u otra. Sólo hay que ver el lugar que ocupan estos asuntos en los medios: o no tienen una sección propia o se trata de secciones menores, apenas destacadas, actualizadas con contenido de clic fácil.

De alguna manera, tu carrera profesional fue encaminándose hacia la maternidad a la vez que la maternidad llegaba a tu vida y supongo que no es casual. Cuéntanos este proceso, por favor. 

La verdad es que tengo mucho que agradecerle a Mara (menos lo de no dormir durante años) porque ha sido ella la que me ha abierto los ojos a una nueva escala de prioridades y valores. Y eso es aplicable a mi vida y a mi trabajo cotidiano. A lo mejor suena muy idealizado, muy ñoño, pero es que realmente la maternidad fue una metamorfosis brutal a todos los niveles.

Yo trabajaba en un grupo editorial y aunque la idea era reincorporarme tras la baja de maternidad —reduciendo la jornada—, finalmente acabé dejando el trabajo porque no quería dejarla con cuatro meses al cuidado de otras personas tantas horas. Me veía incapaz de separarme de ella. Soy consciente de mi privilegio porque pude hacer lo que deseaba gracias a un ERE que se produjo en el momento en el que tendría que haberme reincorporado. Y centrar mi trabajo en temas de maternidad e infancia fue rodado. Una consecuencia lógica. Aunque reconozco que por aquel entonces era muy inocente y pensaba que sería mucho más fácil tener un trabajo remunerado —que pudiera hacer desde casa— y cuidar al mismo tiempo. Luego, la realidad: levantarme a las tres de la mañana para sacar parte del trabajo, estar horas y horas frente al ordenador con un bebé en la teta, la sensación de impotencia por no poder llegar a todo, la culpa, el agotamiento más espantoso… El camino ha sido intenso.

¿Se parece en algo tu trayectoria a las expectativas de esa chica que llegó a la facultad de periodismo de la Complutense?

Para nada. Suena a “topicazo” pero me encantaría hablar con aquella chica que siempre estuvo perdida. Aunque es probable que me escuchase poco o que no me hiciera mucho caso. En aquellos años pasaron tantas cosas, y pasé por tantas etapas, que nunca hubiera imaginado terminar trabajando como periodista freelance. Y, seguramente, ni mucho menos en asuntos relacionados con la maternidad y la infancia.

Recientemente también veía la luz ‘Ñam’, un álbum ilustrado sobre alimentación saludable que acabas de publicar con Andana Editorial. ¿Cómo fue el proceso de creación de una obra tan delicada como necesaria? 

Por momentos fue un poco angustioso. No por el libro en sí, porque el contenido lo he disfrutado mucho, sino por hacerlo medianamente bien. ¡Qué responsabilidad enorme! Me parecía muy difícil recoger toda la información necesaria sobre alimentación de forma que resultara clara y atractiva para los niños y niñas y sus familias. Y más difícil aún ilustrar toda esa información. Para lo primero me sirvió mucho llevar años escribiendo y haciendo entrevistas en esta línea. Tenía las fuentes y sabía dónde encontrar la información para ser rigurosa. Para lo segundo Carmen Saldaña ha hecho un trabajo impresionante de ilustración y ha captado perfectamente la esencia del libro.

Cuentas que cuando recibiste la caja con los libros recién salidos de imprenta por allí dentro encontraste a «aquella niña que quería escribir libros». ¿Cómo estás siendo la experiencia de vivir ese sueño de infancia? 

Ambivalente. La felicidad de ver cumplido ese sueño de infancia se choca muchas veces contra la inseguridad que me atraviesa también desde la infancia. Pero de nuevo la conciencia del privilegio por poder haber hecho algo tan bonito. Me siento muy afortunada.

En realidad, es el segundo sueño, porque ‘Tetita‘, un cuento infantil sobre el destete, lleva por ahí varios años dándote alegrías. ¿Por qué crees que escribir para y por los niños es tan gratificante?   

Supongo que porque no esperan nada, no tienen expectativas, se dejan sorprender. Para los niños todo es posible y eso es maravilloso. Lo que no quiere decir que escribir “para” los niños sea más fácil, o merezcan contenidos simples y moralizantes. De hecho, me parece muy, muy difícil escribir para los niños y llegar a ellos.

Y en medio de todas estas inquietudes literarias, está Tacatá Comunicación, la empresa de comunicación de la que eres fundadora. ¿Qué ha significado para ti emprender? 

Diría que ha significado transitar por en un camino pedregoso. Cuando nos decidimos a poner en marcha este proyecto éramos muy inocentes: sabíamos que sería difícil pero pensábamos que así nos acercaríamos a eso que han llamado conciliación. Queríamos estar presentes en la vida de Mara y Leo. La cara B es que estando presentes estamos al mismo tiempo ausentes, con la cabeza siempre en los “tendríamos que estar haciendo”. Es difícil acotar el trabajo de un autónomo a un horario fijo, aunque estamos aprendiendo a hacerlo.

¿Es posible conciliar cuando tienes una profesión como la tuya? 

Creo que es imposible conciliar siempre, sea cual sea tu profesión,  porque es imposible hacer dos cosas a la vez. Y hacerlo bien. Los primeros años de los niños son muy estresantes, muy demandantes, muy cansados. No duermes, al día le faltan horas y todo parece urgente. Cuidar y tener un trabajo remunerado es mucho más complicado que lo que nos cuentan todos esos mensajes vacíos en pro de la conciliación. Las soluciones siempre son las mismas: externalizar los cuidados, no dejar de ser productivas. Cuidar ya es en sí mismo un trabajo. Hasta que no se entienda eso, creo que nada se avanzará.

Y, por último, ¿para cuándo el siguiente sueño de infancia, Diana? 

Quién sabe, quizás cuando logre dormir y las urgencias de mis niños salvajes sean menos urgentes…

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