
Hace ya más de dos años que conocí a Marián —la Marián de Marianloveshoes— y quedé con ella para hablar, de shoelover a shoelover, debajo de un chaparro. Entonces me dijo que los zapatos no son un complemento más, sino que son «diferentes versiones de ti» o «minipiezas de arquitectura». Y, claro, me prendé. Fue entonces cuando empecé a seguir su cuenta de Instagram y…
¿Sabéis esas personas que son capaces de transmitir mucho y en bonito? Marián es una de ellas. Sus fotografías son tiernas, dulces, cuidadas y siempre te hacen sonreír. Por eso no podía dejar pasar la oportunidad de volver a hablar (aunque esta vez sea a través del correo electrónico) y centrarnos en esas cosas que nos incumben más en bluebird: el arte, el emprendimiento y la comunicación, como las tres caras de esa valiosa moneda que consiste en ser felices con lo que hacemos cada día.
Si no me equivoco, todo empezó fotografiando zapatos… ¿Cómo fue el proceso hasta crear Marianloveshoes?
El proceso surgió, creo, de manera natural. Desde que estaba estudiando ya estaba interesada en el concepto de zapatos y toda mi obra artística giraba en torno a esa idea. Marianloveshoes surgió en un momento de cambio, estaba un poco “cansada” del mundo del mercado del arte —galerías, convocatorias, proyectos sin fin…— y pintar zapatos fue entonces como un respiro. Como volver atrás y recordar por qué me gustaba tanto dibujar, pintar… Crear. Así surgió. El proceso de hacerlo funcionar no fue tan natural. Digamos que fue un tropezón detrás de otro. [Risas]
Comencé haciendo cursos sobre cómo ser bloguera y estadísticas de Facebook, pasando por aprenderme tutoriales sobre cómo hacerte autónoma y sobrevivir. El proceso a partir de ser autónoma ha sido, básicamente, planificación, prueba y error y muchas horas de trabajo.
Me llama la atención algo que he leído en tu web: «Mi interés por los zapatos no surgió por la moda en sí, sino por ese concepto detrás de los zapatos». Me gustaría que nos explicaras de qué concepto se trata, ¡porque es fantástico!
El zapato es un objeto cotidiano, como todos sabemos. Todo el mundo usa zapatos. No sabemos caminar sin ellos. No tenemos sólo un par, sino que tenemos zapatos para cada circunstancia de nuestra vida. El zapato es un objeto absolutamente normal y reemplazable. ¿Por qué entonces le damos tanta importancia? ¿Por qué cuando nos ponemos unos zapatos nuevos parece un nuevo comienzo?
Porque el zapato nos conecta con la tierra, nos “mueve”. Caminamos con ellos, nos “contiene”. Es un objeto que nos representa como persona. Y este concepto no es que sea nuevo, la importancia de los zapatos como objeto de culto ya existía en la Antigüedad y ha perdurado hasta nuestros días. Desde los zapatos ornamentados de los faraones, el zapato cuadrado que puso de moda Carlos VIII para disimular sus seis dedos del pie, el famoso tacón rojo de Luis XIV, que después sería usarían de manera exclusiva los Papas… Hasta nuestros días, por ejemplo, con el zapato sirena de Amancio Ortega.
Mi tesis se centraba, no en la moda, sino en el concepto del zapato a lo largo de la Historia del Arte y cómo se ha representado. Es un objeto tan importante que inició una de las “batallas” más importante de estética del arte entre Heidegger y Schapiro en torno al cuadro de las botas de Van Gogh sobre la pertenencia de dichas botas.
¿Por qué los zapatos son un buen sitio para contar / dibujar historias?
Los zapatos siempre, siempre pertenecen a alguien. Siempre tienen algo que contar, porque son los contenedores de nuestra vida. ¿Quién no tiene guardados los zapatos que usó en algún momento especial? Sea o no consciente, los guarda porque le «da pena tirarlos». La ropa es más de quita y pon y, actualmente, la mayoría tenemos demasiada y podemos reemplazarla tan fácilmente que no le damos importancia. Con los zapatos, aún en la era del consumismo, tenemos más cuidado a la hora de elegir porque, como digo, son los que nos llevan. Los que nos hacen dar cada paso.
Primero los dibujabas, ahora también los diseñas, ¿qué va a pasar después?
Pues eso me gustaría saber a mí. [Risas]. Ahora mismo estoy un poco “perdidilla” con el futuro, sinceramente. Me estoy intentado dejar llevar. Por un lado, el miedo a que esto se acabe es considerable, pero siempre ha estado ahí, así que ya no me asusta. Por otro, en este momento las decisiones son ya de las importantes porque requieren más inversión, más empleados, más espacio. Ya no es como “jugar a las empresas”, ya es una empresa real, ¡real!, y eso asusta un poco. Quiero hacerlo pero todavía estoy pensando el cómo.
En los cursos que hemos realizado sobre comunicación hemos puesto tu Instagram como el ejemplo perfecto de cómo se deben gestionar las redes sociales. Y es que es fácil quedarse hipnotizada mirando las imágenes que allí expones, al margen de que te gusten, o no, los zapatos. ¿Cuál es el secreto?
Aunque yo estos meses no lo esté siguiendo a rajatabla, lo más importante es la planificación. En verdad es importante para todo, porque gestionar bien las redes se traduce en ventas. Y las ventas en “experiencia del cliente” que suele opinar en redes.
Mis puntos a seguir en cuanto a las redes son éstos:
- Gestionar bien las redes no significa que publiques todos los días, sino que cuando lo hagas, lo hagas bien. Yo, por ejemplo, no necesito publicar todos los días. ¿Por qué? Prefiero subir una buena historia que subir fotos sin sentido. Esto desde el principio para mí ha sido una regla a seguir. Pero es una decisión personal dependiendo de los objetivos de la empresa de cada uno.
- Sinceridad. Contigo mismo, con tus objetivos y sobre todo, con tu producto. Claramente, no seas vendehúmos. Si estás empezando, presenta tu producto lo mejor posible pero sé sincero con lo que vas a vender, para que el cliente no se lleve sorpresas. A mí me han llegado productos que pensaban que iban a ser la repanocha y al verlos en persona he dicho «ufffff, vaya». Esto es igual a mala experiencia y te expones a que te dejen de seguir o, peor aún, a que te critiquen.
- Y esto me lleva a… Es más importante conseguir fans de tu marca que seguidores a cascoporro. Importa más la calidad de los seguidores que la cantidad. Esto significa ir más despacio pero sentar unas buenas bases.
- Cuidar todos los detalles. Tu feed es tu escaparate, intenta que sea lo más bonito posible. Que todo tenga sentido.
- Paciencia y mucho trabajo.
Cuando empezaste en esto, ¿tenías una estrategia de comunicación / Social Media definida o ha sido el día a día el que te ha llevado hasta aquí?
No, desde el principio he tenido una estrategia de comunicación. ¡Sin tener una hoja de ruta en comunicación no vas a ningún sitio!
Al principio mi estrategia era muy “hecha en casa” y para eso solamente necesitas saber bien lo que quieres, pensar bien cómo lo vas a hacer y conocer muy bien tu marca. DAFOS a tope, ¡vaya!
Para la primera campaña importante, la del Día de las Madre, ya sí hice una campaña de comunicación profesional. Lleva muchísimo trabajo pero merece la pena, yo sigo funcionando a día de hoy con casi los mismo objetivos de hace dos años. Sin una hoja de ruta el día a día te come y al final te pierdes. Es la base de todo.
¿Cuánto tiempo de tu trabajo dedicas a las redes sociales?
Pues ahora con el Stories, una hora y media aproximadamente al día. Sólo en subir contenido. Contestar mensajes depende del día, de lo que guste la publicación. Pero, más o menos, como unas dos horas más.
¿Son las redes sociales el medio por el que te conocen la mayoría de tus clientes?
Sí, absolutamente. Las redes sociales, para lo bueno y para lo malo, es tu ventana al mundo.
Y, si no es indiscreción, ¿qué te aportan más allá de lo laboral?
Sinceramente, las redes y yo tenemos una relación de amor / odio. Por un lado, no me gusta nada la dependencia que crean, que aunque intentes evitarlo, caes y te ves un día con la familia pensando qué subir sin darte ni cuenta. Tampoco soporto las modas (día de flamenco rosa, día de las piñas, día de la lluvia, etc. infinito) y tener que opinar o subir contenido sobre un tema en concreto para no quedarte “fuera de onda”… Esto me da bastante corajito.
Por otro lado, es una pasada la conexión que creas con la gente. Te permite conocer proyectos, vidas y personas de todo el mundo que te aportan cosas de verdad. Personalmente aprendo mucho de estas personas e intento llevarlo a mi día a día. Eso es lo mejor de las redes. Además, yo tengo la suerte que todos mis seguidores son la bomba, vaya. Y lo digo de verdad, es como tener una gran familia virtual.