palabra
by pilar cámara
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periodismoTenemos la palabra

Decía Gloria Steinem que «la mejor forma de cultivar la valentía en nuestras hijas y otras jóvenes es mediante el ejemplo. Si ven a sus madres y a otras mujeres de sus vidas afrontar el futuro sin temor, sabrán que es posible hacerlo».

Ha sido precisamente por esto por lo que recientemente me atreví —y hago bien usando este verbo— a dar mi testimonio, con muchísimo pudor —porque nos han enseñado que hay cosas que no hay que contar— en ‘La soledad de la maternidad‘, un fantástico artículo de Diana Oliver en El País.

Parece ser que, por fin, estamos rompiendo tabúes con las palabras, rasgando el silencio que hiere, en el último tramo de una época oscura en la que de no se hablaba de ciertas cosas, que ahogaban. Las mujeres tenían voz, sí, pero no se proyectaba hacia lo más hondo de lo que somos. Quizá porque los medios de comunicación o las grandes editoriales han estado siempre, y siguen estándolo, dominados por hombres.

Tímidamente hemos empezado a balbucear y celebro, por ejemplo, el abrazo que, con su testimonio, Paula Bonet ha brindado recientemente a las mujeres que han sufrido un aborto; o el de Silvia Nanclares en ‘Quién quiere ser madre‘, narrando con crudeza ese limbo de un embarazo que no llega. Destaca Elvira Navarro que aquí se hacen públicas «las palabras que habían sido relegadas al territorio de lo íntimo, de lo ínfimo. Es por ello que el testimonio de Silvia Nanclares sobre el deseo de ser madre resulta, a día de hoy, necesario».

Tan necesario como el artículo de Diana Oliver del que os hablaba al principio; como Marujismo, su blog, del que me he llevado la certeza de que no seremos felices hasta que no desidealicemos absolutamente todo; como el ensayo de Orna Donath que hace explotar por lo aires el tabú; como un buen puñado de novelas gráficas que, además, nos robarán la sonrisa cuando todo está en el aire y jugamos a ser funambulistas de nuestras propias vidas; como tantas y tantas otras que han alzado la voz y lo seguirán haciendo. Gracias.

Cuando se rompe el silencio, cuando los medios de comunicación lo rompen, hay menos miedo a reconocerse, a través de la mirada de otras. Y es desde el valor desde donde se pueden empezar a mover las piezas para crear un horizonte más abierto que nos abrace como hoy lo hacen las palabras que se convierten en mujeres.

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